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Hace 50 años, el 24 de octubre de 1974, fue visto por última vez, antes de ser "desaparecido" por el régimen represivo del dictador chileno Pinochet.
Antoni nació en Xàbia el 29 de abril de 1936. Su madre era Mariana Mengual Roselló (Marianeta), su padre Antoni Llidó Fornés (Tonet). Vivían en la calle Mayor, nº 2, donde su padre tenía su carnicería, además, también regentaba un puesto en el mercado municipal, enfrente de la iglesia. Era uno de los cuatro o cinco carniceros del pueblo. En 1947, cuando Antoni sólo tenía 11 años y su hermana Pepa 7, su padre falleció (posiblemente de cáncer) dejando a Marianeta sola con los dos niños. Como no podía atender la carnicería, decidió convertirla en una tienda de todo tipo de dulces, chocolates, tabaco y similares. Los niños ayudaban a su madre en todo lo que podían. Y, por supuesto, continuaron su educación. A pesar de sus escasos medios, Marianeta sabía lo importante que era educar a sus hijos y trabajó duro para hacerlo posible. Antoni terminó sus estudios en la Academia Jesús Nazareno de Xàbia, tras lo cual obtuvo una beca de la cooperativa agrícola para estudiar en Alicante. Se licenció en Magisterio en 1957. Pepa se hizo enfermera. Terminada la carrera, Antoni sorprendió a todos anunciando que había decidido hacerse sacerdote. Fue de lo más inesperado. Nada en su vida hacía presagiar tal decisión. Marianeta, que era una buena persona, llevaba a los niños a misa todos los domingos, como todo el mundo. Sin embargo, no era excesivamente religiosa y no había nada en el carácter de Antoni que sugiriera tal elección: era un joven muy extrovertido, sociable y alegre. En las grandes comidas familiares siempre se cantaba y Antoni era quien más animaba la fiesta. Tenía muchos amigos, chicos y chicas, y le encantaba cantar y bailar con su cuadrilla. Lo que le llevó de repente al sacerdocio es un misterio que nadie entiende. Debió de sentir la vocación. Antoni fue al seminario de Moncada, a poco más de 10 kilómetros al norte de Valencia, y se ordenó sacerdote en 1963. El 22 de septiembre de ese año celebró misa en la iglesia de San Bartomeu de Xàbia. En 1961, mientras estudiaba en el seminario, su madre murió de un derrame cerebral. Aquel triste día, Antoni recogió a Pepa, que estudiaba en Valencia, y juntos fueron al entierro. Él tenía 23 años y Pepa sólo 19. Fue como sacerdote, en su primer cargo, cuando el compromiso social de Antoni se hizo patente. De 1963 a 1967 fue párroco de 700 personas en dos pueblos, a unos veinte kilómetros de Alcoy: Balones y Quatretondeta. Los aldeanos eran en su mayoría trabajadores agrícolas que necesitaban que todos los miembros de la familia trabajaran para ganar lo necesario para subsistir. Como maestro, Antoni era consciente de la importancia de la educación para superar la pobreza. Animaba a los padres a que sus hijos continuaran estudiando después de terminar la educación primaria. Con los professores locales, organizaba clases de radio para sus alumnos después de trabajar en el campo. A través de amigos de la Universidad de Valencia, también consiguió que estudiantes voluntarios de diversas disciplinas se implicaran en este proyecto, dando clases los fines de semana a los jóvenes del pueblo. Pero eso no era todo, también estuvo ayudando en los trabajos del campo a los padres de los alumnos. Al final de sus cuatro años allí, había ayudado a muchos estudiantes a ir a la universidad. Estos dos pueblos tenían una tasa de graduados universitarios superior a la de cualquier otro pueblo en muchos kilómetros a la redonda. Antoni ya consideraba que su papel como sacerdote consistía en ayudar y servir a los más necesitados. Era muy consciente de la injusticia social y sentía que era su deber hacer todo lo posible para aliviar la pobreza. Veía en las enseñanzas de la Biblia una llamada a ayudar a los más necesitados. Pero esto no gustó a los superiores de Antoni en la Iglesia, que a lo largo de la historia siempre se ha identificado con la clase dominante. Antoni sabía que su traslado a El Ferrol como capellán del hospital militar, en la costa gallega, fue un castigo. Nuevamente se enfrentó a las autoridades y dedicó su tiempo a ayudar más a los soldados y marineros que a los oficiales. Al ver la miseria y la pobreza de la comunidad marinera, se radicalizó. Tras sólo diez meses, fue suspendido de este cargo. A través de esta situación vio claramente que su futuro con la Iglesia en España sería difícil, por eso, cuando surgió la oportunidad de trabajar como misionero en Chile, donde había escasez de sacerdotes, sintió que era el camino que tenía que tomar. En 1969, enviado por la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación, marchó a dicho país. De allí nunca volvería a España. - La lucha de Antoni Llidó por una sociedad más justa en Chile continuará en la próxima parte II-. Se trataba de los hijos de los moriscos que habían sido expulsados del Reino de València dos años antes, en la mayor expulsión que los reinos de España habían vivido nunca. Para poner esto en contexto histórico, tenemos que remontarnos unos cuantos siglos atrás. Cuando las tropas cristianas "reconquistaron" gran parte del Xarq al-Andalus -lo que después sería el Reino de Valencia a partir de la segunda mitad del siglo XIII- muchos musulmanes se marcharon, pero un gran número se quedó, aunque estuvieron cada vez más marginados y a veces perseguidos bajo el dominio cristiano. Pueblos enteros de musulmanes permanecieron -especialmente en la Montaña valenciana- conocidos como mudéjares (del árabe mudajjan, "permitido permanecer") se les permitió inicialmente practicar su religión, aunque con restricciones.
A mediados del siglo XV, sin embargo, se observaron claros signos de creciente intolerancia política, religiosa y cultural. Y con la conquista cristiana del reino de Granada (1492), el último bastión musulmán, las condiciones para los musulmanes cambiaron drásticamente. En una serie de decretos reales de principios del siglo XVI, se dio a los mudéjares la opción de convertirse al cristianismo o abandonar el país. Hubo que esperar 20 años para que el alzamiento popular de la Germania de València provocara la conversión forzosa de miles de musulmanes (Real Cédula de 4 de abril de 1525). Aunque nominalmente cristianos, la mayoría de estos moriscos se aferraban a su ancestral fe islámica, que seguían practicando en secreto en la intimidad de sus hogares. (La Fatwa de Orán de 1504 -un dictamen jurídico islámico- permitía a los musulmanes de la Península Ibérica convertirse externamente al cristianismo si era necesario para sobrevivir, sin cometer apostasía ni traición ). Era un secreto a voces y el monarca y la Iglesia sabían que la mayoría no eran realmente cristianos y este hecho les molestaba. Finalmente en un decreto del 22 de septiembre de 1609 el rey Felipe III justificó su decisión de expulsar a los moriscos del Regne de Valencia, afirmando que los esfuerzos por convertirlos de verdad habían sido en vano. Entre 1609 y 1614 unos 300.000 moriscos fueron expulsados de las tierras del Reino de Valencia. Este acto supuso una gran tragedia para un pueblo que no conocía otro país que no fuera este, ya que la población morisca del Reino de Valencia eran los herederos de los antiguos pobladores que vivieron en estas tierras desde finales de la prehistoria. Tras la expulsión, se encontraron en el reino numerosos morisquillos (hijos de los expulsados) entre los 4 y los 12 años. No hay consenso sobre cuántos exactamente. Los últimos estudios (Gironés) parecen concretar la cifra de 2.447 niños, pero podrían haber sido más. Tras la expulsión de sus padres en 1609, el Estado no se ocupó de ellos. Algunos fueron acogidos por la Iglesia, pero la mayoría fueron captados por familias ricas para convertirlos en sirvientes o esclavos. Algunos incluso fueron vendidos por soldados a personas de otros reinos de España y otros, a comerciantes italianos. No fue hasta 1611 cuando el rey Felipe III decidió realizar un censo para localizar a estos niños. En su decreto de 29 de agosto, declaró que los niños debían ser educados en familias cristianas en la verdadera fe y que no debían ser tratados como esclavos. Pero, en realidad, no existía ningún mecanismo de control. En Xàbia el censo se realizó el 25 de septiembre. Se pidió a todos los vecinos que tuvieran un morisquillo en casa y que acudieran a presentarlo a las autoridades. Oficialmente eran 94. Es muy posible que fueran más. La mortalidad infantil era alta en aquella época. Y seguramente no se presentaron todos los niños, ya que estaba decretado que un hogar no podía tener más de dos morisquillos. El censo registraba el nombre, la edad, el lugar de nacimiento y las características especiales de los niños. Los nombres que se les asignó eran los nombres tradicionales de aquí que habían recibido en su bautismo, o los nombres que les daba la familia con la que vivían. El apellido era el de la familia valenciana que los acogía. La mayoría de ellos procedían de las montañas de las comarcas centrales valencianas, como vall de Laguar, Guadalest, Castell de Castells, Alcalà y muchos otros lugares. Sus edades eran desde los 4 años (¡lo que significa que tenían 2 años cuando perdieron a sus padres!) hasta los 14. A principios del siglo XVII había 450 casas en Xàbia, lo que significaría 450 familias... más o menos. En teoría, ¡había un morisquillo en cada 5 casas! Habría que preguntarse: ¿qué fue de estos niños? ¿Cuántos se quedaron en Xàbia? Los que se quedaron debieron integrarse plenamente con el tiempo. ¿Y cuántas personas en Xàbia hoy en día tienen un antepasado morisco olvidado del que no tienen ni idea….? "No es estrictamente un deporte, sino más bien una afición" dice Pascual Mayans Zaragozí, secretario del club Coloms Esportius de Xàbia. De hecho, nos referimos al club de colombicultores o colombaires, como se les llama, donde los socios se dedican a la cría y cuidado de palomas… (y el deporte lo practican las aves !)
La colombicultura es conocida desde hace siglos, pero fue a principios del siglo XX cuando se convirtió en un deporte oficial, es decir, con sus propias reglas, aunque la primera sociedad de colombicultura para la “diversión“, se fundó en Murcia en 1773. No cabe duda de que estas aves siempre han existido en la península Ibérica, pero fueron los árabes los que introdujeron en el siglo VIII la paloma domesticada. Éstas se criaban por su tamaño, y su destino era la alimentación. Al principio, sólo los pudientes se permitían tenerlas (para comerlas y por placer), pero con el paso del tiempo su posesión se popularizó porque además de alimento sus excrementos aprovechaban para fertilizar la tierra. También fueron utilizadas como mensajeras, especialmente por los monjes, que se comunicaban de este modo entre monasterios. Así que a menudo eran los monjes quienes las criaban. Fue uno de ellos, el Fraile Llaudí, quién cruzó la paloma grande con la paloma mensajera, más menuda, creando así el ancestro de los ejemplares que se utilizan en la actualidad para la practica de este deporte. De entre ellas, la más apreciada hoy en día es el "buchón valenciano".Y desde luego que es un deporte muy valenciano. En este deporte, el macho (palomo) tiene que cortejar o conquistar a la hembra (paloma) mediante sus cualidades innatas o entrenadas. Éstas están relacionadas con el tamaño, la inteligencia y la astucia del palomo, virtudes que le ayudan a perseguir, atraer y conquistar a la hembra. El objetivo del criador es conseguir machos con un buen aspecto físico y un comportamiento seductor para atraer mejor a la hembra. Tras un periodo de gestación de 20 días, una paloma pone habitualmente sólo 2 huevos. Cuando las crías (pichones) tienen 30 días, se separan de su madre y se mantienen juntos en un corral hasta que su comportamiento indica al ojo entrenado del criador cuáles son machos y cuáles hembras- entre los 3 y los 6 meses. Cuando se separan, las hembras se mantienen juntas en un corral, mientras que los machos se mantienen en corrales separados. Cuando los machos alcanzan la edad en la que empiezan a atraer a las hembras -entre 6 y 12 meses- y después de su primera muda, se les pintan las alas de colores vivos, de modo que cada criador tiene sus propias combinaciones que le distinguen del resto. El colombaire elige entonces una hembra de la misma edad para el palomo. A la paloma, se le cortan ligeramente las plumas de la cola y se le adhieren una o dos plumas blancas artificiales. Estas serán la marca distintiva por la que el palomo reconocerá más tarde a su pareja. El proceso se inicia dejándoles juntos en un palomar durante 7-8 días para que se "enamoren". Pasado este tiempo, se les separa. Durante los días siguientes ambos están tristes e infelices. Al cabo de unos días, se presentan a la paloma otros 4-5 palomos de la misma manera que el anterior. Una vez completado este proceso, se lleva a cabo un ensayo. Unas 2 horas antes de la puesta del sol, se deja salir de sus cajones a todos los machos que le fueron presentados y cuando se libera a la hembra, todos los machos quieren estar con ella y seducirla. Es el momento en que comienzan los rituales de cortejo. Cuando se cansa de ellos, la paloma huye buscando un lugar donde esconderse de los palomos que la siguen. Puede ocultarse entre denso follaje de un árbol, un tronco hueco o un agujero en una pared y puede alejarse hasta 6 km de su hogar. A medida que el cansancio y el hambre se imponen a la lujuria, los palomos empiezan a retirarse de la persecución y regresan a casa. Solo el más resistente y audaz la encontrará, la seducirá y volará de vuelta con ella antes de que anochezca. Los concursos son básicamente eso. El palomo con mejores instintos de seducción, perseverancia y, que más tiempo pasa a su alrededor gana el premio. El ganador no es el más atlético, ni el más duro, ni el de raza más pura, sino el más “educado”, el que muestra más constancia y el que tiene el instinto reproductivo más fuerte. Curiosamente, cada palomo desarrolla sus propios trucos y técnicas para enfrentarse a sus oponentes. Los mejores observan incluso, cómo reaccionan los demás y adaptan su juego en consecuencia. Suele haber al menos 75 palomos compitiendo por la atención de una sola paloma. Una competición dura 6 días consecutivos, cada día 2 horas. Dos jueces otorgan puntos por el tiempo pasado en el aire con la hembra y por el tiempo pasado en tierra realizando rituales de cortejo. Se pueden conceder puntos extra por la elegancia del vuelo y la cortesía con la que trata a la hembra. Con tantos palomos alrededor de la paloma, ¡es increíble la fenomenal memoria y vista aguda que un juez debe tener para seguir la acción! Desde el suelo, los propietarios siguen el vuelo de sus palomos, fácilmente identificables por sus colores. Los concursos están organizados por la Real Federación Española de Colombicultura Valenciana, organismo creado en 1944 para reconocer esta practica como deporte nacional. En primer lugar, se organizan los concursos locales y comarcales. Luego los niveles provincial, nacional e incluso internacional. Este deporte, del que se dice que tiene su origen en la provincia de Valencia, se ha popularizado también en Cataluña y Andalucía y, en menor medida, en otras partes de España. Incluso se practica en varios países sudamericanos y en algunos europeos, como Portugal y Austria. El club de colombicultura de Xàbia se fundó hacia 1940, justo después de la Guerra Civil. Sus miembros guardaban las palomas en casa y se reunían en el Bar Imperial, (detrás del Ayuntamiento). A finales de los años 60, una viuda legó a su muerte, una casa situada enfrente del bar La Rebotica al Ayuntamiento de Xàbia, con derecho de usufructo para el club de colombicultura La Javiense, como se le conocía entonces. Este fue el centro del club durante los siguientes 25 años aproximadamente. En los años 90, cuando el vecindario comenzó a sentirse molesto por las palomas, el Ayuntamiento les permitió crear un club en las afueras del casco antiguo, justo al sur del barranco del río Gorgos. En este lugar están los palomares (cajones) para todas las aves de los socios. También disponen de un local donde se celebran reuniones y actos sociales. El club Coloms Esportius de Xàbia está orgulloso de la gran calidad de sus palomos. En los últimos 60 años, muchos han participado en el campeonato nacional, tres de ellos en los últimos 10 años. En los años 80 el club contaba con más de 200 socios. En 1983 Xàbia fue incluso sede de la copa del campeonato nacional, la Copa Su Majestat Rey Juan Carlos I. Sin embargo, el número de socios ha ido disminuyendo gradualmente en los últimos 10-15 años y hoy, el club cuenta con solo 36 socios. Para intentar corregir este declive, el club visita periódicamente los centros educativos de Xàbia a fin de dar a conocer esta antigua y sorprendente actividad entre los más jóvenes, de manera que las nuevas generaciones puedan interesarse en ella y así conseguir que esta afición tan valenciana y tan única no desaparezca. Hay tantas actividades extra curriculares disponibles para los jóvenes en la actualidad, que en este momento hay poco o ningún interés por este antiguo pasatiempo. Aunque todavía hay más de 9.000 colombaires en la Comunidad Valenciana, lamentablemente parece ser que en Xàbia, la colombicultura podría ser pronto una cosa del pasado. Hay muchos motivos para practicar la colombicultura: entre otros, la estrecha relación que se crea entre el colombicultor y sus palomos, la emoción de observar el comportamiento de estas aves, el contacto con la naturaleza, la hermandad entre los socios. Tal vez algún día, este deporte vuelva a alzar el vuelo en Xàbia. * La información de este artículo ha sido amablemente proporcionada por Pascual Mayans Zaragozí, secretario del club Coloms Esportius de Xàbia. Ya en la Edad Media, atrajo a muchos ermitaños que encontraron en ella el lugar ideal para practicar la meditación y generar devoción hacia Dios.
A mediados del siglo XIV, la figura de San Jerónimo se hizo muy popular. Este santo (nacido alrededor del año 347 en Dalmacia y fallecido hacia el 419 en Belén), fue un gran erudito que tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. Vivió durante varios años como ermitaño y fue fundador de un monasterio y convento en Belén. Inspirados por este Doctor de la Iglesia, muchos monjes jerónimos acudieron a la Plana para vivir como ermitaño habitando las numerosas cuevas de la parte baja del cabo de San Antonio. Fueron conocidos por su piedad y abnegación, y gentes de muy lejos venían para rendirles homenaje. Por ello, estas cuevas todavía, (desde hace siglos) se conocen como Coves Santes (cuevas santas). Los ermitaños se reunían de vez en cuando para discutir los fundamentos de su fe y en 1374 decidieron pedir al Papa permiso para fundar un monasterio en la Plana. Tres de los ermitaños viajaron a Aviñón, sede del Papa Gregorio XI, y regresaron con una bula papal que les concedía su deseo. Ese mismo año, comenzó la construcción de un monasterio pequeño y muy básico. Fue financiado principalmente por su benefactor, el duque real Alfonso de Aragón, Alfons el Vell, duque de Gandia, marqués de Dénia y nieto del rey Jaume II. En 1375, los doce ermitaños que ocupaban las cuevas se mudaron al monasterio, con su prior, el fraile Jaume Ibáñez. Aquí vivían en la más absoluta pobreza, guardando silencio, orando y meditando. Para subsistir, a veces trabajaban en los campos y en otras ocasiones mendigaban, ya que el Papa les había concedido permiso para realizar dicha actividad. En aquellos días, Xabea (que según las fuentes escritas de la época es como se la denominaba entonces) a menudo era asediada por ataques de piratas berberiscos. En 1386, incluso este monasterio empobrecido fue asaltado: un grupo de piratas penetró en él y acosó brutalmente a los monjes, capturando a nueve de ellos como rehenes, uno de los cuales murió en el camino que descendía al puerto. Los llevaron a Argel y Bugía, hoy en Argelia. El duque pagó un gran rescate para liberarlos y fueron devueltos a Xabea el año 1392. Pero nunca se sintieron seguros aquí. El duque Alfonso también temía por la seguridad de los monjes, así que en 1388 compró unos terrenos en Cotalba a su propietario, de origen musulmán, situado a 8 km tierra adentro de Gandia, y los donó para la construcción de un nuevo y más grande monasterio. Ese mismo año, comenzaron las obras de construcción, planificadas y supervisadas por el mayordomo del duque, Pere March, padre del famoso poeta Ausiàs March (más tarde, varios miembros de la familia March serían enterrados en una capilla de la iglesia). Al año siguiente, los monjes se mudaron al monasterio de san Jerónimo de Cotalba. Este hermoso, aunque sencillo edificio, es hoy una de las construcciones monásticas más históricas de la Comunidad Valenciana. En 1835 fue desamortizado como monasterio, pero actualmente está restaurado y conservado en su estado original para las visitas turísticas. El monasterio de San Jerónimo de la Plana quedó abandonado durante varios siglos hasta que, a finales del siglo XVII unos cazadores encontraron, entra las ruinas del monasterior, un lienzo que representaba a la Virgen María rodeada de ángeles, con Jesús en su regazo y San Jerónimo al lado. Este hallazgo "milagroso" provocó la reapertura de la iglesia del monasterio y la veneración a la Virgen de los Ángeles. El edificio mantuvo sus características originales hasta 1962, a pesar de las obras de remodelación efectuadas después de saqueos y guerras. Desafortunadamente, en ese año se realizó una importante transformación que destruyó la gran mayoría de los elementos originales, instalandosé una nueva comunidad de religiosos. Actualmente se denomina santuario de la Mare de Déu dels Àngels (de Nuestra Señora de los Ángeles) y está dirigido por monjas, Hijas de Santa María del Corazón de Jesús. Cada año, la fiesta de la Plana (generalmente celebrada entre el 1 el 3 de agosto) conmemora la refundación de la ermita en una procesión en la que el lienzo original del siglo XVII recorre los terrenos del santuario y tras la cual, el lienzo vuelve a la iglesia como pieza central del altar. También se puede observar en una de las salas del edificio, una serie de azulejos que representan episodios históricos del monasterio original. El santuario no permite visitas turísticas, pero los interesados pueden asistir a la misa diaria que se celebra a las 09.00 en la iglesia, mientras que domingos y festivos el horario es a las 10.00 y a las 19.00. A menudo se le llama con el nombre de Cap Prim, pero en realidad el topónimo corresponde a todo el promontorio desde Cap Prim en el Norte, hasta Cap de la Nao al este, y Ambolo en el sur ( se adjunta mapa ) y que comprende no solo a la costa, sino también al territorio interior. Existe una leyenda, sin base arqueológica -hasta el momento !!!!- que dice que allí se situaba en oel siglo VI un famoso monasterio, conocido como de San Martín y que dio nombre al Cabo. San Gregorio de Tours, clérigo e historiador que vivió en el siglo VI, escribió en su obra "De Gloria Confessum“ que este monasterio fue atacado y saqueado por soldados del rey visigodo Leovigildo (568-586 d.C.). Los monjes ya habían huido a una isla cercana, quedando atrás el viejo abad; cuando un soldado levantó su espada para golpearle, cayó al suelo de repente y murió. Al enterarse el rey del suceso, ordenó a sus hombres que devolvieran todo el botín que habían tomado del monasterio. Si bien debe haber algo de verdad en este evento, se cuestiona si ocurrió aquí en Xabià. Gregorio de Tours escribió que el monasterio estaba "entre Sagunto y Cartago Spartaria" (Cartagena). Podría haber sido en cualquier lugar, ya que no se han encontrado restos en Cap Martì. Por otro lado, Roc Chabàs (1845-1912) también clérigo y historiador, escribió sobre un documento que había visto: el acta notarial de la venta de un terreno en 1556 en Cap Martì, situado junto a las ruinas de un monasterio. Desafortunadamente, no adjuntó la fuente del documento.
La creencia de que este monasterio existió en Xabià persiste y algunos creen que estaba ubicado donde muchos siglos después se construyó el Convento de los Agustinos, en el pueblo ( hoy el mercado cubierto, Mercado de Abastos ). Otros creen que podría haber estado en el Cap Sant Antoni, lugar donde se han construido muchas capillas, ermitas y monasterios a lo largo de los siglos. Sin embargo, mientras no haya pruebas arqueológicas, este monasterio de San Martín permanece en el reino de las leyendas. Que Cap Martì era originalmente el nombre del actual Cap de la Nao es sabido. Una conjetura es que el nombre fuera dado por marineros venecianos que, desde el mar, veían el prominente cabo como un "capomartino", el puesto de mando o puente del capitán de una galera. Así que los cartógrafos venecianos, que fueron los grandes cartógrafos marinos de la Edad Media, lo llamaron Capo Martino en todos sus mapas. Siglos más tarde, hacia finales del siglo XVIII, y tal vez debido a cierta confusión, se convirtió en Capo San Martino. Esto podría haber sido debido a la existencia de un puesto de defensa no muy lejos llamado Castillo San Martì, marcado probablemente en el mapa como C° San Martino (C° siendo una abreviatura de " castillo " o de "cabo" ). Este mismo error, cometido por Vicente Tofiño (1732-1795), quizá fuera también la razón por la cual se percibió todo el promontorio como cabo y no sólo el cabo en sí, cambiando así el nombre de este último, que más tarde se llamaría por su forma, Cap de la Nao (nao = nave). No tenemos documentos que realmente describan la historia del Cap de Martì. Se hacen suposiciones, se desarrollan teorías, pero al final, cada uno debe decidir en qué quiere creer. Es interesante ver cómo los hechos y la ficción se entrelazan a lo largo de los siglos y probablemente nunca discubriremos qué sucedió realmente. Hoy en día Cap Martì está lleno de viviendas turísticas que impiden utilizar modernos métodos arqueológicos que puedan estudiar el terreno. Seguramente Cap Martì seguirá guardando su misterio durante mucho tiempo. Aunque Xàbia permaneció en la retaguardia durante toda la guerra (1936-39), la importancia
de la defensa y control del tramo de costa entre Dénia y Xàbia, hizo que el gobierno de la República creara una línea defensiva litoral entre les Marines y el Portitxol con la instalación de diversas construcciones defensivas que tenían como finalidad frenar los posibles ataques de la armada franquista y proteger la navegación de cabotaje de la zona. La estructura defensiva más importante construida en Xàbia, fue la gran batería del Portitxol. Construida a unos 90 metros sobre el nivel del mar, esta robusta y extensa batería semi-subterránea, construida con gruesas paredes de hormigón de cemento, protegía la amplia bahía de Xàbia, al noroeste y la pequeña bahía del Portitxol, al sur -este. El sábado 17 de junio podremos visitar, gracias a la amabilidad del propietario de la parcela donde se ubica, Pasqual Pastor Cardona, los restos conservados de esta construcción. La ruta empezará a las 10,30 en el aparcamiento de la Caleta, iremos caminando hasta el mirador del Portitxol, visitaremos los restos de la batería y regresaremos hasta la Caleta. Aquí hay un breve resumen de las actividades planificadas para los próximos meses:
17 de mayo, miércoles, a las 7:00 p.m. Una charla sobre las ánforas descubiertas bajo el agua en el área de Xàbia. 26 de mayo, viernes, a las 18:30, una caminata guiada desde las ruinas romanas cerca del Parador, hasta la Séquia de la Noria, a través del Saladar. 17 de junio, sábado (hora a determinar), una visita a la batería de la Guerra Civil de Portixol. Estas estructuras arquitectónicas rurales - solo conocidas en la Comunidad Valenciana - aparecieron a finales del siglo XVIII, con el inicio del comercio de la pasa, que trajo trabajo y mucha riqueza a la región valenciana, especialmente a la Marina Alta. El proceso de escaldar las uvas antes de ponerlas a secar posibilitaba que su piel se agrietara, acelerando así el proceso de secado, pero las hacía muy vulnerables al moho, causado por la lluvia, la humedad nocturna y el rocío matinal. Por lo tanto, los días de lluvia y por la noche había que cobijar las uvas bajo techo. Este era el propósito de los riuraus.
Pero, ¿de dónde puede venir la palabra riurau? No es valenciano, ni tampoco castellano. Hay varias teorías, la mayoría de las cuales pueden descartarse. Una de ellas es que procede de la expersión árabe: raf, que significa techo o refugio. Duplicando la palabra, como se hace a veces en valenciano, se obtiene raf-raf, que podría haberse deformado en riu-rau. Sin embargo, esto es muy improbable, ya que el riurau apareció unos 200 años después de la expulsión de los moriscos. Otra teoría aún más improbable es que proceda del inglés raisin house distorsionado a riu rau. Sin embargo, esto parece bastante fantasioso, ya que en el siglo XIX, cuando aparecieron estas construcciones, ¡prácticamente no había británicos viviendo en la región que pudieran haber acuñado la frase! Una tercera teoría es que podría tener algo que ver con riu, río, como de drenaje del tejado…bueno, ¡uno se pregunta hasta qué punto se puede tomar en serio! La versión más plausible, que Luis Fornés elabora en su libro Riuraus Valencianos, es que procede de la lengua occitana, más concretamente, de un dialecto occitano: el provenzal. Desde el siglo XVI se produjo una importante emigración desde el sur de Francia, principalmente desde la Provenza, donde se hablaba provenzal, un dialecto que tiene mucho parecido con el catalán, el valenciano y el mallorquín. Este hecho facilitó la emigración e integración en el Reino de Valencia. Por tanto, no es descabellado suponer que pudo haber alguna influencia en la lengua. El riurau aparece casi siempre en una zona rural, o se adosaba a una casa de campo. La teoría es que estos edificios rurales podrían haberse llamado originalmente ostal rural (casa de campo ) que en el dialecto provenzal sería ostau rürau, ya que las terminaciones -al se convierten en -au en provenzal. Con el tiempo, el sustantivo ostau debió de desaparecer y el refugio pasó a llamarse simplemente rürau. Puesto que la ü, que se considera a medio camino entre -i y -u no existe en valenciano, los lugareños podrían pronunciarla como -iu. Así pues, parece que el nombre procede de su condición rural: rural > rürau > riurau. Por supuesto, hasta ahora no se han realizado estudios concluyentes sobre la etimología de la palabra riurau, por lo que sigue abierta al debate. Esta última parece ser la explicación más probable hasta que aparezca una nueva teoría. Fuente : „ Els Riuraus Valencians „ de Lluis Fornés Para entenderlo, hay que remontarse a los orígenes de la leyenda de la Santa Casa, la vivienda de Nazaret (Israel) donde nació la Virgen María, donde se produjo la Anunciación, donde vivió Jesús hasta los 30 años y donde murió San José. En el año 1291, cuando los musulmanes expulsaron definitivamente de Palestina a los caballeros cruzados, cuenta la leyenda que esta casa fue transportada milagrosamente por los ángeles a través de los cielos, a Tersatto, en Dalmacia (Croacia). Unos años más tarde, en 1294, fue depositada por los ángeles en su lugar de descanso final, un bosque de laureles (en latín: lauretanum), que da nombre a Loreto, una población cerca de Ancona (Italia). Otra historia que intenta explicar el origen del nombre era que los ángeles trasladaron la casa en las tierras de una dama noble llamada Loreta. Actualmente se encuentra en la Basílica de la Santa Casa en Loreto, uno de los santuarios marianos más visitados del mundo. Una versión que puede resultarnos más verosímil es que la acaudalada familia italiana Angeli hizo desmontar la casa de la Sagrada Familia para salvarla ante la invasión musulmana de 1291 y posteriormente enviarla a Italia a través de la actual Croacia. Los esfuerzos de los Angeli se convirtieron en la leyenda, en la cual, los ángeles habían recogido la santa morada. La ciencia ha demostrado que la casa está construida con ladrillos que datan de la época de Cristo y que están elaborados con la misma materia que otras casas coetáneas de Nazaret. El "vuelo" de la casa y su larga conservación explican por qué en 1920 la Virgen de Loreto fue nombrada oficialmente patrona de la aeronáutica y de los constructores. Entonces, ¿cómo es que se convirtió en la patrona de los pescadores de Xàbia? También en este caso hay diferentes leyendas. Una historia popular afirma que en 1850, un barco italiano encalló frente a las costas del Cap Prim. Algunos pescadores acudieron con sus barcas a salvar a los marineros, pero en su lugar, sólo encontraron un icono de la Virgen de Loreto. Existe otra versión recogida en un documento escrito en el siglo XVII, según el cual en marzo de 1679, los pescadores locales fueron testigos de una escaramuza entre un barco genovés llamado "Virgen de Loreto" y sus atacantes, una armada de siete barcos turcos. Milagrosamente, fue el barco italiano el que ganó el combate. Admirados por este suceso, los pescadores proclamaron como patrona a la Virgen de Loreto. Pero en realidad, desconocemos cuándo y por qué los pescadores de Jávea tomaron esta decisión. Lo cierto es que ya en 1515 se le dedicó una ermita cerca de la puerta del Mar, en la zona este de la ciudad, habitada principalmente por pescadores. Sin embargo, no sabemos si era venerada por los habitantes de Jávea en general o si fueron los pescadores quienes la eligieron como patrona. En un documento de 1847, se describe el edificio como una capilla rectangular con un gran pórtico y tres naves de estilo mudéjar sostenidas por ocho columnas. Este espacio se utilizó también como escuela local, motivo por el cual se construyó un anexo para el cuarto del maestro, muy probablemente en 1556. También sabemos que en el siglo XVIII se enterraron en esta capilla a varios pescadores, fallecidos en un naufragio. La capilla parece haber sido renovada a finales del siglo XVIII. Casi un siglo después se hallaba tan deteriorada que fue demolida a consecuencia de un grave accidente causado por el desmoronamiento de una nave, a resultas del cual, murió un hombre. Hoy en día, donde se levantaba la capilla hay un jardín público. El único elemento que rememora al templo es el "Jardinet de Loreto", donde se halla una cruz cubierta de estilo neogótico (1954), así como una fuente construida en 1923 decorada con una representación de la Casa de la Sagrada Familia y una figura de la Virgen de Loreto llevando a su hijo Jesús. Esta plaza se sitúa junto al Restaurante Trinquet y se denomina Plaza Vicent de Gràcia, en honor al tosquero que la fabricó. Desde 1896 se celebran en el Puerto las fiestas anuales de los pescadores en honor de su patrona. Comienzan a finales de agosto y terminan siempre el 8 de septiembre, día del cumpleaños de la Virgen, aunque la conmemoración oficial de la onomástica se celebra en la mayoría de los países el 10 de diciembre, día en que la Santa Casa llegó a Loreto. La nueva iglesia de los pescadores, construida a mediados de los años 60, también está dedicada a esta advocación, pero eso es material para otro artículo ………. |
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