Durante algunos años Sorolla y su familia venían de Madrid a pasar largas vacaciones de verano en Xàbia. Les acompañaban siempre un grupo de criados. En 1905, entre esos criados estaba la preciosa Ramona, de 23 años, que llevaba un año trabajando para Sorolla y era sin duda su favorita.
Un día, Ramona y Asunción, otra sirvienta, fueron a una antigua noria a lavar la ropa de la familia cuando de repente se les acercó un joven alto y de complexión fuerte que comenzó a hablar con Ramona. Empezó a discutir con ella, mientras ella continuaba lavando. Cuando las jóvenes terminaron la colada, el hombre las siguió de regreso a casa y continuó con la pelea. De repente, sacó un revólver “Smith” y disparó a Ramona, que conmocionada, dejó caer la ropa. Estaba a punto de huir cuando el joven volvió a disparar, hiriéndola en el estómago y dejándola tirada en el suelo. Aturdido por lo que había hecho, el hombre se puso el arma en la sien y se pegó un tiro. Al oír los disparos, Sorolla y la familia salieron corriendo y encontraron al joven muerto, a Ramona herida en el suelo y a una Asunción presa del pánico. Aunque llamaron al médico de inmediato, Ramona murió antes de que pudieran llevarla al hospital. Sin embargo, sí tuvo tiempo de contar la verdad que se escondía tras los hechos: antes de irse de Madrid, explicó, había roto su relación con Bartolomé, un agente de la Guardia Civil. Con el corazón roto y enojado, él se había tomado dos semanas libres del trabajo para seguirla hasta Xàbia y tratar de hacerla cambiar de opinión. Este fue un crimen de celos y pasión. Sin duda, un caso de violencia de género. Sorolla quedó completamente devastado por lo sucedido y se retiró a su habitación. Estuvo tan callado y retraído durante los días siguientes que la familia decidió cerrar la casa y volver a Madrid. ¡Jamás volvieron a Xàbia!
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