En 1987-88 Xàbia evitó un posible desastre ecológico en uno de los últimos tramos de costa vírgenes del municipio, y con ello, se alejó de un futuro de turismo de masas? Xàbia no sería hoy la ciudad que conocemos, si se hubiera realizado el proyecto de construcción de un Centro Mundial para los Boy Scouts Internacionales en la zona dels Pallers del Portitxol, entre el Cap Prim y La Cala Barraca. El proyecto incluía un puerto para la práctica de deportes náuticos y alojamiento para al menos 3.000 scouts (¡incluso se habló de aumentarlo a 10.000!), con hoteles para familiares y alojamiento para el personal en los alrededores.
El gobierno central, la Generalitat Valenciana, la Conselleria de Obras Públicas y Urbanismo e incluso el entonces partido gobernante en Xàbia (PSOE), impulsaban la realización de este proyecto. Sus argumentos: no solo situaría a Xàbia, sino también a España en el mapa turístico internacional, promocionando la ciudad (léase España) especialmente entre los turistas estadounidenses, lo que a su vez aportaría beneficios económicos al municipio y crearía empleo. Sin embargo, esta idea no atrajo a la mayoría de la población de Xàbia, que era consciente de las contradicciones de las autoridades: por un lado, ya se había tratado de limitar el crecimiento urbano y proteger la costa (PGOU, Plan General de Ordenación Urbana), diciendo que no había agua suficiente para abastecer a nuevas construcciones en Xàbia, pero por otro lado impulsan un gran proyecto como este Centro Mundial ! Seis meses antes, la localidad de Peñíscola había rechazado este proyecto, después de que se hubieran realizado estudios sobre los efectos ambientales que tendría en la costa. Y ahora Xàbia estaba dispuesta a aceptarlo sin que se hicieran estudios sobre los efectos en la vida marina. No solo eso, también los restos arqueológicos de la Edad de Bronce del Cap Prim y tal vez los de la isla del Portitxol podrían verse afectados por este nuevo proyecto. El PSOE (con Enric Bas como alcalde) se encontró con la oposición del Partido UPV (Unitat del Poble Valencià, liderado por Josep Sapena), varios ecologistas de la Marina Alta (por ejemplo, Ecopacifistas y la Asociación para la Protección del Patrimonio Natural), la AP (Alianza Popular, dirigida por Eduardo Monfort); y también el dueño de la isla del Portitxol y del tramo de costa en cuestión, el señor Guillermo Pons, quien se negó a vender el terreno. Los constructores y las pequeñas empresas también se opusieron. Se entregó al Ayuntamiento una petición firmada por 2.600 xabienses. Durante la última sesión plenaria de enero de 1988, se decidió rechazar el proyecto, ¡para gran alivio de la población! ¡Qué admirable es que el pequeño pueblo de Xàbia resistiera la presión que venía desde lo alto para proteger su hermoso entorno natural! Hoy el Cap Prim y la cala Barraca son áreas populares para los caminantes y amantes de la naturaleza. ¡Gracias, gente de Xàbia!
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