El castillo de l'Ocaive se sitúa al suroeste de la población de Pedreguer, dentro de su término municipal, en la cima de un peñasco ubicado a los pies de la "muntanya Gran", un lugar con una importante defensa natural. Presenta una impresionante pared vertical en las caras norte y oeste.
Si bien fue ocupado en la edad del Bronce y la época Ibérica, las estructuras arquitectónicas que encontramos en su punto más alto datan de época medieval (s. XIII-XIV). Se trata de los restos de una torre cuadrangular de base ataludada y varias estancias. En un nivel inferior, hacia el este, se conserva un aljibe de planta rectangular de grandes dimensiones, construido en límite del albacar de época andalusí (s. XII-XIII). Desde el castillo las vistas son imponentes, lo que evidencia su ubicación estratégica para el control del territorio. El castillo de l´Ocaive (o Olocaiba en la documentación medieval) constituía el elemento central de un distrito castral que comprendía aproximadamente el actual término de Pedreguer y parte del de Gata de Gorgos, en el que emplazaban varias alquerías que dependían de la fortificación en el aspecto militar y administrativo. Los pasados años 2018 y 2019, se hicieron excavaciones arqueológicas y posteriormente fueron consolidadas y restauradas algunas de sus estructuras arquitectónicas. Todos estos trabajos han sido posibles por la inversión del Ayuntamiento de Pedreguer y a una subvención del Programa Operativo FEDER 2014-2020 (2018/8193), de la Unión Europea.
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En Xàbia y la Marina Alta, en la segunda mitad del siglo XIX, la actividad económica giraba, sobre todo, alrededor de la producción y exportación de pasas. Con la llegada del siglo XX la situación cambió. En los primeros años del nuevo siglo, se extendió en la comarca la plaga de la filoxera y el sector pasero entró en crisis. En ese momento, parte de la población comarcal tuvo que emigrar a Argelia para poder trabajar. En aquella tierra norteafricana, los hombres, se dedicaron, principalmente, a tareas relacionadas con el campo. En cambio, las mujeres se dedicaron, mayoritariamente, a hacer de nodrizas y de cuidadoras de niños.
Las razones económicas no fueron las únicas que motivaron la emigración hacia Argelia, puesto que, con la Guerra Civil Española a punto de finalizar, centenares de personas se vieron obligadas a huir, a causa de sus ideas políticas, a la entonces colonia francesa. En Argelia convivieron, a pesar de las tensiones políticas y raciales, gente cristiana y musulmana; franceses, valencianos y argelinos. Esta mezcla étnica dio un habla peculiar, el patuet. De este habla han quedado palabras referentes a la alimentación, la indumentaria y las labores relacionadas con el campo. Algunas de estas palabras como "sicató" (tijeras de podar) han llegado a nuestros días gracias a las personas que, con la independencia del país norteafricano en 1962, volvieron a la Marina Alta. |
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