"No es estrictamente un deporte, sino más bien una afición" dice Pascual Mayans Zaragozí, secretario del club Coloms Esportius de Xàbia. De hecho, nos referimos al club de colombicultores o colombaires, como se les llama, donde los socios se dedican a la cría y cuidado de palomas… (y el deporte lo practican las aves !)
La colombicultura es conocida desde hace siglos, pero fue a principios del siglo XX cuando se convirtió en un deporte oficial, es decir, con sus propias reglas, aunque la primera sociedad de colombicultura para la “diversión“, se fundó en Murcia en 1773. No cabe duda de que estas aves siempre han existido en la península Ibérica, pero fueron los árabes los que introdujeron en el siglo VIII la paloma domesticada. Éstas se criaban por su tamaño, y su destino era la alimentación. Al principio, sólo los pudientes se permitían tenerlas (para comerlas y por placer), pero con el paso del tiempo su posesión se popularizó porque además de alimento sus excrementos aprovechaban para fertilizar la tierra. También fueron utilizadas como mensajeras, especialmente por los monjes, que se comunicaban de este modo entre monasterios. Así que a menudo eran los monjes quienes las criaban. Fue uno de ellos, el Fraile Llaudí, quién cruzó la paloma grande con la paloma mensajera, más menuda, creando así el ancestro de los ejemplares que se utilizan en la actualidad para la practica de este deporte. De entre ellas, la más apreciada hoy en día es el "buchón valenciano".Y desde luego que es un deporte muy valenciano. En este deporte, el macho (palomo) tiene que cortejar o conquistar a la hembra (paloma) mediante sus cualidades innatas o entrenadas. Éstas están relacionadas con el tamaño, la inteligencia y la astucia del palomo, virtudes que le ayudan a perseguir, atraer y conquistar a la hembra. El objetivo del criador es conseguir machos con un buen aspecto físico y un comportamiento seductor para atraer mejor a la hembra. Tras un periodo de gestación de 20 días, una paloma pone habitualmente sólo 2 huevos. Cuando las crías (pichones) tienen 30 días, se separan de su madre y se mantienen juntos en un corral hasta que su comportamiento indica al ojo entrenado del criador cuáles son machos y cuáles hembras- entre los 3 y los 6 meses. Cuando se separan, las hembras se mantienen juntas en un corral, mientras que los machos se mantienen en corrales separados. Cuando los machos alcanzan la edad en la que empiezan a atraer a las hembras -entre 6 y 12 meses- y después de su primera muda, se les pintan las alas de colores vivos, de modo que cada criador tiene sus propias combinaciones que le distinguen del resto. El colombaire elige entonces una hembra de la misma edad para el palomo. A la paloma, se le cortan ligeramente las plumas de la cola y se le adhieren una o dos plumas blancas artificiales. Estas serán la marca distintiva por la que el palomo reconocerá más tarde a su pareja. El proceso se inicia dejándoles juntos en un palomar durante 7-8 días para que se "enamoren". Pasado este tiempo, se les separa. Durante los días siguientes ambos están tristes e infelices. Al cabo de unos días, se presentan a la paloma otros 4-5 palomos de la misma manera que el anterior. Una vez completado este proceso, se lleva a cabo un ensayo. Unas 2 horas antes de la puesta del sol, se deja salir de sus cajones a todos los machos que le fueron presentados y cuando se libera a la hembra, todos los machos quieren estar con ella y seducirla. Es el momento en que comienzan los rituales de cortejo. Cuando se cansa de ellos, la paloma huye buscando un lugar donde esconderse de los palomos que la siguen. Puede ocultarse entre denso follaje de un árbol, un tronco hueco o un agujero en una pared y puede alejarse hasta 6 km de su hogar. A medida que el cansancio y el hambre se imponen a la lujuria, los palomos empiezan a retirarse de la persecución y regresan a casa. Solo el más resistente y audaz la encontrará, la seducirá y volará de vuelta con ella antes de que anochezca. Los concursos son básicamente eso. El palomo con mejores instintos de seducción, perseverancia y, que más tiempo pasa a su alrededor gana el premio. El ganador no es el más atlético, ni el más duro, ni el de raza más pura, sino el más “educado”, el que muestra más constancia y el que tiene el instinto reproductivo más fuerte. Curiosamente, cada palomo desarrolla sus propios trucos y técnicas para enfrentarse a sus oponentes. Los mejores observan incluso, cómo reaccionan los demás y adaptan su juego en consecuencia. Suele haber al menos 75 palomos compitiendo por la atención de una sola paloma. Una competición dura 6 días consecutivos, cada día 2 horas. Dos jueces otorgan puntos por el tiempo pasado en el aire con la hembra y por el tiempo pasado en tierra realizando rituales de cortejo. Se pueden conceder puntos extra por la elegancia del vuelo y la cortesía con la que trata a la hembra. Con tantos palomos alrededor de la paloma, ¡es increíble la fenomenal memoria y vista aguda que un juez debe tener para seguir la acción! Desde el suelo, los propietarios siguen el vuelo de sus palomos, fácilmente identificables por sus colores. Los concursos están organizados por la Real Federación Española de Colombicultura Valenciana, organismo creado en 1944 para reconocer esta practica como deporte nacional. En primer lugar, se organizan los concursos locales y comarcales. Luego los niveles provincial, nacional e incluso internacional. Este deporte, del que se dice que tiene su origen en la provincia de Valencia, se ha popularizado también en Cataluña y Andalucía y, en menor medida, en otras partes de España. Incluso se practica en varios países sudamericanos y en algunos europeos, como Portugal y Austria. El club de colombicultura de Xàbia se fundó hacia 1940, justo después de la Guerra Civil. Sus miembros guardaban las palomas en casa y se reunían en el Bar Imperial, (detrás del Ayuntamiento). A finales de los años 60, una viuda legó a su muerte, una casa situada enfrente del bar La Rebotica al Ayuntamiento de Xàbia, con derecho de usufructo para el club de colombicultura La Javiense, como se le conocía entonces. Este fue el centro del club durante los siguientes 25 años aproximadamente. En los años 90, cuando el vecindario comenzó a sentirse molesto por las palomas, el Ayuntamiento les permitió crear un club en las afueras del casco antiguo, justo al sur del barranco del río Gorgos. En este lugar están los palomares (cajones) para todas las aves de los socios. También disponen de un local donde se celebran reuniones y actos sociales. El club Coloms Esportius de Xàbia está orgulloso de la gran calidad de sus palomos. En los últimos 60 años, muchos han participado en el campeonato nacional, tres de ellos en los últimos 10 años. En los años 80 el club contaba con más de 200 socios. En 1983 Xàbia fue incluso sede de la copa del campeonato nacional, la Copa Su Majestat Rey Juan Carlos I. Sin embargo, el número de socios ha ido disminuyendo gradualmente en los últimos 10-15 años y hoy, el club cuenta con solo 36 socios. Para intentar corregir este declive, el club visita periódicamente los centros educativos de Xàbia a fin de dar a conocer esta antigua y sorprendente actividad entre los más jóvenes, de manera que las nuevas generaciones puedan interesarse en ella y así conseguir que esta afición tan valenciana y tan única no desaparezca. Hay tantas actividades extra curriculares disponibles para los jóvenes en la actualidad, que en este momento hay poco o ningún interés por este antiguo pasatiempo. Aunque todavía hay más de 9.000 colombaires en la Comunidad Valenciana, lamentablemente parece ser que en Xàbia, la colombicultura podría ser pronto una cosa del pasado. Hay muchos motivos para practicar la colombicultura: entre otros, la estrecha relación que se crea entre el colombicultor y sus palomos, la emoción de observar el comportamiento de estas aves, el contacto con la naturaleza, la hermandad entre los socios. Tal vez algún día, este deporte vuelva a alzar el vuelo en Xàbia. * La información de este artículo ha sido amablemente proporcionada por Pascual Mayans Zaragozí, secretario del club Coloms Esportius de Xàbia.
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